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Sobre la necesidad de la lucha conjunta de los partidos comunistas con estrategia revolucionaria
Por Giorgos Marinos, miembro del Buró Político del Comité Central del KKE
Εl movimiento comunista lucha en condiciones complejas y es necesario intensificar el proceso del desarrollo de las relaciones entre los partidos comunistas, el intercambio colectivo de experiencias y la acción conjunta, abrir aun más el debate sobre la necesidad de una estrategia revolucionaria que corresponda a las necesidades populares de la lucha de clases, la abolición de la explotación capitalista, la construcción de la nueva sociedad socialista-comunista.
Este proceso puede fortalecerse en la medida que fortalece la actividad independiente de los partidos comunistas y el frente ideológico y político con las llamadas fuerzas “progresistas”, de “izquierda” y los respectivos “foros” que siguen el camino de la gestión burguesa o promueven consignas para un “socialismo” que carece de base científica con el fin de atrapar a fuerzas populares.
Por supuesto, este problema no tiene que ver solamente con las fuerzas socialdemócratas de “izquierda”, sino además con los partidos que se presentan como comunistas mientras que en la práctica han sido erosionados por el oportunismo y se han entregado al concepto de la “humanización” del capitalismo, que son apoyos y parte de la socialdemocracia actual.
Tal partido no es sólo el Partido Comunista de los EE.UU. pero además son, por ejemplo, los partidos en el liderazgo del Partido de la Izquierda Europea (PIE), que es uno de los “partidos europeos”, que fueron creados bajo las reglas de la Unión Europea imperialista y respaldan su estrategia.
El debate ideológico y político decisivo con estas fuerzas es un criterio para el avance del movimiento comunista y la superación de la crisis que sufre.
La combinación de la acción conjunta y del debate para que los principios de nuestra cosmovisión correspondan con la práctica, las direcciones programáticas, la política de alianzas, la dirección de la lucha en el movimiento obrero y popular son asuntos que conciernen los partidos comunistas con referencia al Marxismo-Leninismo y que sostienen que actúan en base a estos principios.
Un asunto crucial es la adaptación de la estrategia de los partidos comunistas a la época histórica en que están luchando
No caben dudas de que la estrategia de los partidos comunistas, la dirección básica de su lucha, está determinada por el carácter de nuestra época.
En esta base es necesario examinar la contradicción fundamental (capital-trabajo asalariado), el carácter (socialista) de la revolución y las fuerzas motrices, la línea de agrupación, la política de alianzas, la dirección de la labor ideológica y política en la clase obrera para que desvíe de la orientación unilateral por la conquista de mejores condiciones de venta de la fuerza de trabajo y para que se oriente al derrocamiento de las causas de la explotación.
El desarrollo social se está moviendo hacia un nivel mayor y no puede dar pasos hacia atrás por haber ocurrido la contrarrevolución y el derrocamiento del socialismo en la Unión Soviética y en los demás países socialistas.
Esto ha sido demostrado por el propio curso del desarrollo social, la sustitución del sistema comunitario primitivo por el modo de producción esclavista, su sustitución por el feudalismo, y de éste por el capitalismo, la revolución socialista en Rusia y la construcción del socialismo, la creación del sistema socialista.
A lo largo de este curso hubo grandes conflictos sociales, victorias y derrotas de las clases dirigentes en cada circunstancia, se produjeron retrocesos pero lo que determinó fue la inevitabilidad general de la sustitución del sistema socioeconómico viejo por el nuevo.
Las propias leyes del capitalismo conducen a su desarrollo. Las semillas de las relaciones de producción capitalistas nacieron con graduaciones, con diferentes ritmos de un país a otro, en el feudalismo. Se formó y se culminó el capitalismo pro-monopolista, avanzó la concentración y la centralización del capital, nacieron los monopolios, las empresas participadas.
El capitalismo monopolista predominó y llevó a una agudización sin precedentes de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción capitalistas.
Por lo tanto, es necesario, que en estos asuntos cruciales, el debate de los partidos comunistas se oriente a la elaboración de una estrategia moderna y revolucionaria y una táctica que puede ser un factor flexible pero no está determinado de manera subjetiva sino que deriva de la propia estrategia, es parte de esta, está a su servicio.
Es posible que un partido comunista luche por derrocar el capitalismo, por el socialismo, que defienda verbalmente el Marxismo-Leninismo, dando batalles clasistas, pero que su estrategia esté elaborada en base a los requisitos de un período histórico anterior, que no confronte de manera objetiva el papel de los monopolios y la fase actual del desarrollo del sistema, que no plantee la contradicción fundamental entre capital y trabajo y el carácter socialista de la revolución, o incluso que determine en algunos casos la estrategia con los datos correspondientes al período del colonialismo mientras que el Estado burgués se ha desarrollado, las condiciones son diferentes.
Es decir, es posible buscar una etapa intermedia entre el capitalismo y el socialismo, considerando que esta estrategia es eficaz para concentrar fuerzas, mientras que en la práctica busca una solución en el marco del capitalismo dado que el poder y los medios de producción estarán en las manos de la burguesía y se mantendrá la explotación capitalista y la anarquía.
En la medida en que tales enfoques se teorizan y se asocian con decisiones políticas de participación o apoyo de gobiernos de gestión burguesa, las consecuencias serán muy negativas porque esto permite al sistema ahorrar tiempo, el factor subjetivo, el partido y la clase obrera se educan en una solución en el marco del capitalismo.
Los problemas del carácter de la revolución deberían haber sido resueltos desde hace años, pero debido a los acontecimientos históricos, las elaboraciones en períodos anteriores bajo la presión del oportunismo y de la socialdemocracia, predominó la etapa intermedia y la lógica de los gobiernos “antimonopolistas” en el marco del sistema.
Hoy día, tenemos la obligación de examinar con responsabilidad esta trayectoria y tomar en cuenta que incluso a mediados del siglo 19, en el corazón de las revoluciones democráticas burguesas, los clásicos del Marxismo determinaron la esencia del problema y plantearon, en la medida de lo posible, los ejes básicos de la dirección de la lucha de clases que fue completado en la práctica por Lenin con su obra teórica y con el ejemplo de la Revolución Socialista de Octubre, en 1917.
En su obra “Prefacio a la crítica de la economía política”, Marx dio una herramienta metodológica valiosa señalando que:
“…Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí.
De formas de desarrollo de las fuerzas productivas estas relaciones se convierten en trabas suyas. Se abre así la época de la revolución social…”
En el primer volumen del capital, Marx desarrolló aun más este pensamiento.
“…La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo finalmente se vuelve incompatible con el capitalismo. Este es un asunto obvio. Es el funeral de la propiedad capitalista privada. Los expropiadores son expropiados.”
Lenin en muchas obras, como en “El Imperialismo, fase superior del capitalismo”, al estudiar las nuevas condiciones, dio un impulso al pensamiento revolucionario y subrayó que:
“…Las relaciones de economía y propiedad privadas constituyen una envoltura que no corresponde ya al contenido, que esa envoltura debe inevitablemente descomponerse si se aplaza con artificio su supresión, que puede permanecer en estado de descomposición durante un período relativamente largo (en el peor de los casos, si la curación del absceso oportunista se prolonga demasiado) pero que con todo y con eso será ineluctablemente suprimida…”
Mientras que en su obra “Bajo una bandera ajena” dio una gran arma a los partidos comunistas definiendo las épocas históricas.
La primera época, según Lenin, que data de la gran Revolución Francesa hasta la guerra Franco-prusiana y la Comuna de París (1871), es la época del ascenso de la clase burguesa, de su victoria total. Es en general la época de los movimientos democráticos burgueses, sobre todo nacionales burgueses, la época de la destrucción rápida de las instituciones feudales absolutistas que habían quedado anticuadas.
La segunda época (1871-1914) es la época de la preparación y de la lenta concentración de fuerzas por el nuevo orden de cosas de la democracia contemporánea (la clase obrera contemporánea y su movimiento).
La tercera época, desde 1914, pone la clase burguesa en la “misma situación” en que estaban los señores feudales en la primera época. Es la época del Imperialismo y de las perturbaciones imperialistas.
Vivimos en esta época de transición del capitalismo al socialismo y hay que ver muy específicamente qué estrategia corresponde a nuestra época.
Las condiciones objetivas requieren una estrategia y tácticas que apunten a resolver la contradicción básica entre capital y trabajo, al derrocamiento revolucionario del capitalismo, a la construcción socialista. Requieren una estrategia con miras hacia delante, al poder obrero, a la dictadura del proletariado, a la socialización de los medios de producción, a la planificación central, al control obrero y popular.
Por eso lucha el KKE, esta es la dirección que ha surgido del estudio científico del desarrollo del capitalismo, la agudización de la contradicción fundamental y de las demás contradicciones del sistema.
El recién 19º Congreso del KKE elaboró y enriqueció el programa del partido y planteó algunas cuestiones fundamentales que quiere discutir con los demás partidos comunistas.
El capitalismo en Grecia está en la fase imperialista de su desarrollo, en una posición intermedia en el sistema imperialista internacional, con fuertes dependencias desiguales de los EE.UU. y de la Unión Europea.
El programa del KKE señala que el pueblo griego se librará de las cadenas de la explotación capitalista y de las uniones imperialistas cuando la clase obrera con sus aliados lleve a cabo la revolución socialista y proceda a la construcción del socialismo-comunismo.
El objetivo estratégico del KKE es la conquista del poder obrero revolucionario, la dictadura del proletariado, por la construcción socialista como fase inmadura de la sociedad comunista.
El cambio revolucionario en Grecia será socialista
Las fuerzas motrices de la revolución socialista serán la clase obrera, como fuerza dirigente, los semiproletarios, las capas populares oprimidas de los trabajadores autónomos en la ciudad, el campesinado pobre.
En los últimos veinte años se han desarrollado más las condiciones materiales ya maduras para el socialismo en Grecia. Se han expandido y se han fortalecido las relaciones capitalistas en la producción agrícola, en la Educación, la Sanidad, la Cultura, los Deportes, los medios de comunicación. Se ha producido una mayor concentración de trabajadores asalariados y de capital en la industria manufacturera, en el comercio, en las construcciones, en el turismo. Además, ha sido eliminado el monopolio estatal en las telecomunicaciones, mientras que en sectores monopolizados de la Energía y de los Transportes se han desarrollado empresas de capital privado.
El empleo asalariado se ha aumentado significativamente como porcentaje del empleo total.
El KKE actúa en la dirección de la preparación del factor subjetivo en la perspectiva de la revolución socialista, aunque el período de su manifestación está determinado por las condiciones objetivas, la situación revolucionaria (los de arriba no pueden gobernar como antes y los de abajo no quieren ser gobernados como antes).
Las direcciones básicas que responden a la necesidad de preparar el partido y el movimiento obrero y popular son el fortalecimiento del KKE, el reagrupamiento del movimiento obrero, la alianza popular.
La Alianza Popular expresa los intereses de la clase obrera, de los semiproletarios, de los autónomos y de los campesinos pobres, de los jóvenes y de las mujeres de las capas populares en su lucha contra los monopolios y la propiedad capitalista, contra la integración del país en las uniones imperialistas. La Alianza Popular es social y tiene características de movimiento en línea de ruptura y derrocamiento.
En las condiciones dadas está siendo organizada y coordinada la lucha por los problemas populares, por la resistencia, la solidaridad, la supervivencia. La lucha por la retirada de la Unión Europea y de la OTAN está vinculada con la lucha contra el poder de los monopolios y la lucha de la clase obrera y de sus aliados por el poder obrero y popular.
La Alianza Popular adopta la socialización de los monopolios, de todos los medios concentrados de producción, la planificación central, el control obrero y popular.
Los conceptos de democracia, soberanía popular, imperialismo, guerra imperialista, adquieren un contenido clasista más profundo para la Alianza Popular. Hoy, la Alianza Popular tiene una cierta forma con el marco de actividad común en el movimiento obrero sindical a través del PAME, en los campesinos pobres a través de PASY, los autónomos, los comerciantes y los artesanos a través de PASEVE, los jóvenes que se agrupan en el MAS, las mujeres a través de las asociaciones y los grupos de OGE. No es una alianza de partidos políticos.
El KKE participa en los órganos y en sus filas a través de sus cuadros y miembros, los miembros de su juventud, de la KNE, los miembros electos en los órganos del movimiento que toman acción en las organizaciones de la clase obrera, de los trabajadores autónomos, de los campesinos pobres, de las organizaciones de estudiantes, de alumnos, de mujeres.
En el curso de la lucha política es posible que surjan fuerzas políticas que expresan posiciones de capas pequeñoburgueses que están de acuerdo, de uno u otro modo, con el carácter anticapitalista, antimonopolista de la lucha sociopolítica, con la necesidad de que esta lucha esté orientada al poder y la economía obrera y popular.
El KKE, manteniendo su independencia, pretenderá actuar conjuntamente con estas fuerzas, apoyando la Alianza Popular.
Esta cooperación no toma la forma de un órgano unificado de la Alianza constituido por partidos-miembros, con una forma y estructura organizativa.
Objetivamente una tal forma de organización estaría condenada al fracaso; no contribuiría al desarrollo del movimiento obrero, ni del movimiento de sus aliados, chocaría con la independencia del KKE.
El KKE plantea abiertamente al pueblo que su objetivo estratégico es el socialismo-comunismo, el derrocamiento del poder burgués y la conquista del poder político por la clase obrera.
La actividad del KKE, en condiciones de situación no revolucionaria, contribuye decisivamente a la preparación del factor subjetivo (Partido, clase obrera, alianza) para las condiciones revolucionarias, para la realización de sus tareas estratégicas.
El movimiento obrero, los movimientos de los trabajadores autónomos en las ciudades y de los campesinos y la forma de expresión de su alianza (Alianza Popular) con objetivos antimonopolistas-anticapitalistas, con la actividad avanzada de las fuerzas del KKE en condiciones no revolucionarias, constituyen la semilla para la formación del frente obrero-popular revolucionario en condiciones revolucionarias.
En condiciones de situación revolucionaria, el frente militante obrero y popular revolucionario con todas las formas de actividad puede convertirse en el centro del levantamiento popular contra el poder capitalista.
Estos asuntos son fundamentales para cada partido comunista.
Por supuesto, la elaboración de una estrategia revolucionaria requiere un trabajo teórico serio y una postura decisiva para superar los análisis previos, atrapados en la lógica de las etapas intermedias. Esto es de gran importancia para los partidos comunistas en todo el mundo, es de importancia particular para los partidos comunistas de América Latina, más aún en los últimos años que ha surgido todo tipo de sustitutos del socialismo científico para absorber las turbulencias clasistas y para incorporar a las fuerzas obreras en el marco del capitalismo.
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE AMÉRICA LATINA
El KKE sigue, estudia los desarrollos en el sistema imperialista, examina muy atentamente los procesos que tienen lugar en uno u otro país o grupo de países, sigue el desarrollo del movimiento obrero y popular, expresa su solidaridad internacionalista. Esto es lo que va a hacer el período próximo.
En este contexto nuestro partido tiene la obligación de posicionarse de modo concreto, tomando parte en el debate que está en curso en el Movimiento Comunista Internacional, en el debate que se desarrolla sobre asuntos de importancia estratégica.
En América Latina amplias masas populares, indignadas por la política antipopular aplicada desde hace muchos años por partidos y gobiernos liberales o socialdemócratas, han confiado su voto en las fuerzas políticas que promocionaban posiciones políticas y un programa electoral para aliviar a las fuerzas obreras y populares pobres, utilizando consignas por la independencia y la soberanía de estos países, teniendo como punta de lanza la confrontación de las relaciones desiguales y las dependencias de los EE.UU..
En varios casos, en las formaciones de alianza que se forman teniendo en su núcleo fuerzas políticas pequeñoburguesas, socialdemócratas, participan partidos comunistas que apoyan o incluso participan en gobiernos respectivos.
Este proceso se ha ampliado, se fomentan ilusiones a los pueblos, se habla de una correlación de fuerzas positiva que será reforzada y creará las condiciones previas para la confrontación con las fuerzas del capital, por cambios radicales.
Normalmente, esto se desarrolla con diferenciaciones en Brasil, en Argentina, en Chile, en Ecuador así como en Venezuela, en Bolivia etc.
El KKE ha expresado activamente su solidaridad con los partidos comunistas y los pueblos de la región, ha condenado por ejemplo el atentado de derrocamiento del presidente Chávez en Venezuela. Estudia los procesos populares, las reacciones agresivas de sectores de la burguesía, las intervenciones de los EE.UU. que históricamente apuntan a garantizar la solución política más eficaz para los intereses de los monopolios en cada país de la región.
Nuestro partido no juzga las intenciones pero considera necesario examinar los datos objetivos básicos que pueden ayudar a analizar la situación que se ha creado.
En primer lugar, en los países de América Latina en las que se desarrolla la posición del “progresismo”, el poder político y los medios de producción permanecen en las manos de la burguesía, el criterio del desarrollo es la ganancia, se mantiene el régimen de la explotación del hombre por el hombre.
Este es el asunto básico. Los gobiernos del “progresismo” (con diferenciaciones) gestionan el sistema capitalista generalmente en dirección socialdemócrata, tomando algunas medidas para aliviar las fuerzas populares de la pobreza extrema y garantizar un mínimo nivel de servicios sociales para que se reproduzca la fuerza de trabajo que sigue siendo una mercancía. Además, estos gobiernos nacionalizan algunas empresas privadas sobre todo en el sector de la energía y de los recursos minerales.
Este elemento no constituye un cambio radical porque es un desarrollo que tiene lugar en el marco general de las relaciones de producción capitalistas y la propiedad estatal (capitalista colectivo) no cambia el carácter explotador de estas empresas, el criterio sigue siendo la ganancia. A través de la intervención del sector público se unen capitales dispersos, se promueve la centralización y la modernización burguesa.
Empezamos de un punto de partida específico. El Estado burgués independientemente de la forma que adopta, es el Estado de los capitalistas y “cuantas más fuerzas asuma en propiedad, tanto más se convertirá en capitalista colectivo y tanta mayor cantidad de ciudadanos explotará. Los obreros siguen siendo obreros asalariados, proletarios. La relación capitalista, lejos de abolirse con estas medidas, se agudiza, llega al extremo, a la cúspide” (Engels, Del socialismo utópico al socialismo científico).
En segundo lugar, dado que se mantienen las relaciones de producción capitalista y la plusvalía, el trabajo no remunerado, se transforma en capital que se acumula, se mantiene la base de la agudización de la contradicción básica del sistema. Se mantiene la anarquía en la producción y durante el crecimiento de la economía capitalista se forman las precondiciones para la manifestación de la crisis capitalista, con el aumento del paro, la expansión de la pobreza relativa y absoluta, la eliminación de derechos conquistados en el período anterior.
Se manifiesta un círculo vicioso y por lo tanto es exigente la comparación con los períodos anteriores, no es suficiente afirmar que “ahora una parte del pueblo vive mejor”. En último análisis, la modernización burguesa y la reproducción de la fuerza de trabajo a un nivel mínimo que permitirá la producción de plusvalía es una aspiración de la burguesía, incluso de sus representantes políticos más conservadores.
La función implacable de las leyes del capitalismo condujo a la crisis de la década de 1990 en muchos países de América Latina. En este período también, las contradicciones del sistema se manifiestan mediante el crecimiento de la Inflación en Argentina, en Venezuela etc. en niveles muy altos, resultando a la reducción del poder adquisitivo de las familias populares, incluso si se toman medidas de control de los precios.
No hay que subestimar los indicadores que registran por ejemplo la reducción de la tasa de pobreza, pero esto no puede silenciar el problema de la pobreza generalizada, las causas que la engendran y la reproducen, las grandes ganancias que al mismo tiempo están en las manos de los capitalistas.
Por ejemplo, no es correcto examinar las recientes movilizaciones en Brasil y en Argentina solamente desde el punto de vista que dice que la oposición ha intentado ganar terreno. Esto es bien sabido. Lo básico es que hay problemas populares agudos, hay una base objetiva para el desarrollo de las luchas y la reclamación de la satisfacción de las demandas populares. Esta es una tarea del movimiento obrero que debe contribuir a la organización de la clase obrera y al desarrollo de su lucha en dirección clasista, antimonopolista-anticapitalista, para que no sea atrapada en una u otra solución administrativa, gubernamental.
Unos ejemplos útiles.
Brasil es un Estado capitalista moderno con una posición alta en el sistema imperialista. Es la sexta potencia capitalista mundial.
Tiene una fuerte industria y producción agrícola, infraestructura significativa, recursos minerales y energéticos.
Tiene una clase obrera numerosa; han madurado las condiciones materiales que permiten la construcción del socialismo.
El capital monopolista expande sus actividades sobre todo en América Latina, África, Asia, en todo el mundo, toma parte en la rivalidad interimperialista internacional utilizando la participación de Brasil en el grupo BRICS.
En este Estado, 53 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza y 23 millones en condiciones de indigencia extrema, absoluta.
En 2010 los 100 mayores grupos empresariales tenían un volumen de negocios que representaba aproximadamente el 56% del PIB, los 20 mayores grupos tenían un volumen de negocios que correspondía al 35% de la riqueza producida por los trabajadores.
Entre 2000 y 2009 pasaron a manos del capital financiero por parte del Estado burgués recursos que representaban el 45% del PIB.
Estamos hablando de Brasil y cabe destacar que en otros países de América Latina con una posición más baja en la pirámide imperialista, donde también hay gobiernos “de izquierda”, la situación de la clase obrera y de los sectores populares es aún peor.
Por ejemplo, en Bolivia las 100 familias más ricas poseen más del 80% de la tierra fértil, mientras que más del 80% de los campesinos pequeños y de los indios viven por debajo del umbral de la pobreza. En todos los países, tal como antes, la pobreza relativa y absoluta, el trabajo sin seguridad social y el trabajo infantil están a altos niveles.
La confrontación de estos problemas duraderos, la salvaguarda del derecho al trabajo, de servicios gratuitos de salud y de educación que ha logrado Cuba, en el período después de la Revolución, destacan la necesidad del socialismo, del poder obrero, de la socialización de los medios de producción, de la planificación central.
En tercer lugar, los programas electorales de los partidos socialdemócratas en torno a los cuales se crearon formaciones gubernamentales se caracterizan por la gestión del sistema de explotación, adornada con varias consignas y promesas para la manipulación de las fuerzas populares.
Por ejemplo, el programa de la “Nueva Mayoría” de señora Bachelet en Chile, constituye una propuesta de modernización burguesa que pretende tratar los problemas de competitividad en la industria minera, en la energía etc. con el aumento de la productividad del trabajo, siempre “en cooperación y diálogo entre el sector público y privado”.
Para la promoción de la modernización burguesa se pretende asimilar el movimiento obrero. Señora Bachelet sostiene que “los cambios se pueden realizar a través del voto” y subraya que quiere “represtigiar a la política, a las instituciones, para que nuestros compatriotas sigan creyendo a las instituciones de Chile”. En su programa está hablando de la “superación de las diferencias existentes entre los empresarios y los trabajadores” y dice que “para aumentar los ingresos de los trabajadores es necesario aumentar la productividad” que prácticamente lleva a la intensificación de la explotación relativa.
En la economía, se fomenta la ilusión que el “desarrollo económico (capitalista) es el camino básico para la confrontación de la desigualdad, la eliminación de la pobreza, la mejora de las condiciones de vida”, mientras que al mismo tiempo promete una política de beneficios para muchas familias pobres.
El aumento gradual de los impuestos sobre las ganancias de 20% a 24% está siendo compensado por nuevos incentivos y deducciones que están previstos en el nombre de la atracción de inversiones.
La línea básica del gobierno chileno es la “responsabilidad fiscal para que generar estabilidad macroeconómica”, una receta probada para que los salarios, las pensiones y los servicios sociales se mantengan en niveles bajos.
Promete un sistema de educación gratuito pero perpetúa la educación privada, planteando el tema de la transformación de las instituciones privadas en instituciones “sin fines de lucro”, financiadas por el Estado.
La “nueva Constitución” salvaguarda el “derecho a la propiedad”, la “autonomía del banco central” que da el tono de la intervención del sistema bancario en la gestión de la economía capitalista teniendo como criterio los intereses de las grandes empresas.
La experiencia histórica general demuestra que el apoyo, la participación de partidos comunistas en formaciones de alianzas o gobiernos de gestión burguesa, no es propicio para el desarrollo de la lucha popular. Al contrario, surgen problemas en la actividad independiente del partido comunista, se fortalece la percepción sobre la “vía de sentido único” capitalista y se retrasa el desarrollo de la conciencia clasista, se debilita la lucha por el socialismo y se atrapan fuerzas populares en la búsqueda de soluciones en el marco del sistema de explotación, se conducen a apoyar a sectores de la burguesía, se baja el nivel de exigencias de la clase obrera.
Las alegaciones sobre el cambio de la correlación de fuerzas a favor del pueblo y la formación de condiciones positivas en la lucha de los partidos comunistas que participan en gobiernos “progresistas” de gestión burguesa es un mito que ha sido refutado muchas veces en la práctica. A través de este proceso se debilitan agitaciones radicales, se favorece la integración a las aspiraciones del capital y se fortalece la posición de la socialdemocracia, de las fuerzas burguesas en general.
En Europa, con el título del partido comunista, partidos en Francia y en Italia participaron en gobiernos “de izquierda” y “centroizquierda”. Fue una experiencia dolorosa. El movimiento obrero dio pasos hacia atrás, se aplicó una política antipopular dura, estos gobiernos tomaron parte en intervenciones imperialistas, y el movimiento comunista fue acusado por corresponsabilidad y falta de fiabilidad.
En Chipre, AKEL fue electo en la presidencia de la República, asumió la responsabilidad del gobierno pero la gestión del capitalismo no deja espacio para soluciones favorables al pueblo. Después de la manifestación de la crisis capitalista las consecuencias a expensas del pueblo han sido fuertes.
Estos “experimentos” condujeron a la quiebra, se convirtieron en un puente y en los gobiernos surgieron de nuevo fuerzas conservadoras, partidos de la derecha que desmintieron las expectativas populares, al imponer una política antipopular dura.
Estos elementos no deben ser menospreciados y nadie debe pasarlos por alto diciendo que estos gobiernos “progresistas” pueden servir como herramientas de transición al socialismo. La experiencia histórica nos enseña, y aun más enseña el ejemplo de Chile.
La euforia creada por la elección del presidente Allende fue acompañada por la subestimación de la organización y la lucha revolucionaria, por el atrapamiento en la vía parlamentaria, la legitimidad y las instituciones (burguesas), la subestimación del Estado burgués y de sus mecanismos.
La burguesía y su Estado, con la ayuda de los EE.UU. o de otras potencias imperialistas no dudan en recurrir a un golpe de estado o a asesinatos de luchadores. En Colombia, la burguesía, el ejército, la policía, todo tipo de “servicios” utilizan todos los medios para atacar las FARC-EP, para quebrantar la resistencia y la lucha popular.
Es decir, no cabe fomentar illusiones sobre la situación ni embellecer el Estado burgués.
En la práctica, mientras se mantiene el Estado burgués, la propiedad capitalista y las relaciones mercantiles en general, se mantendrá y se intensificará el problema de la explotación, el paro y la pobreza seguirán existiendo, las medidas para el alivio de la clase obrera y de los sectores populares serán asimiladas, las necesidades populares quedarán insatisfechas. En esta base las esperanzas del pueblo serán desmentidas, la tolerancia del pueblo será agotada, las fuerzas burguesas pasarán al contraataque utilizando el mecanismo estatal (burgués).
SOBRE LAS UNIONES ECONÓMICAS-POLÍTICAS
En los últimos años se intensifica el debate ideológico-político sobre las uniones económicas-políticas interestatales que, aparte de la Unión Europea, se expanden en todas las regiones del mundo, inclusive América Latina.
¿Qué es la llamada “Unión de Naciones Suramericanas” (UNASUR), o el “Mercado del Sur” (MERCOSUR), la “Comunidad de Estados latinoamericanos y caribeños” (CELAC) u otras uniones?
Su propia base demuestra que se trata de uniones de Estados capitalistas que independientemente de si el gobierno de un Estado es liberal o socialdemócrata, independientemente de si participan Estados con gobiernos que se autoproclaman de “izquierda” e independientemente de la forma de gestión, se basan en los grandes grupos económicos y sus intereses. Este es el punto de partida de las transacciones comerciales y económicas de los planes promovidos en el desarrollo de las relaciones interestatales así como de las relaciones con otros países capitalistas o uniones imperialistas.
En este marco se crean canales de comunicación entre los Estados para la coordinación de sus actividades contra los movimientos populares.
En el marco del desarrollo desigual y de las relaciones interestatales desiguales se destaca el papel dirigente de Brasil y de Argentina que utilizan estas uniones para la mejor promoción de los intereses monopolistas.
La rivalidad entre las uniones de América Latina, los EE.UU. y la Unión Europea son relaciones de rivalidad para el control de los mercados y al mismo tiempo relaciones de cooperación económica-política. La Unión Europea, por ejemplo, como una unión imperialista interestatal, prestó gran atención a la “Estrategia Regional para América Latina 2007-2013” con el fin de conectar las dos regiones en los ámbitos político, económico y social, tal como se menciona en las respectivas direcciones.
Estas uniones en América Latina, así como la “Alianza Bolivariana para América” (ALBA) en que participa Cuba, objetivamente no pueden actuar a favor de los pueblos porque a pesar del fortalecimiento de las relaciones económicas, el intercambio de mercancías y de servicios, el factor determinante es el criterio de las ganancias de las empresas capitalistas y esto no cambia con la participación de Cuba.
Además, se saca una conclusión general que destaca que a través de las relaciones internacionales, con la intervención de las uniones económicas y políticas capitalistas, la burguesía utiliza nuevos medios para socavar la lucha de clases. Por ejemplo, la reciente intervención de la Unión Europea en los asuntos internos de Cuba plantea la cuestión de la utilización de las relaciones económicas, comerciales para fortalecer las fuerzas e intereses que buscan la restauración del capitalismo.
Estas constataciones sobre las uniones interestatales en América Latina son válidas en diferentes dimensiones, con diferentes características generales en cuanto al grupo BRICS (cooperación de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Hoy día, estas economías ni siquiera son “emergentes”, sino economías de Estados capitalistas con fuerte base monopolista, son fuertes vínculos del sistema imperialista constituyendo el ¼ del PIB mundial, el 40% de la población mundial y el 26% del territorio.
Debido a la base capitalista, se mantienen la desigualdad y las relaciones desiguales. La rivalidad de los BRICS por ejemplo con EE.UU. y la Unión Europea se combina con la rivalidad entre los propios Estados del grupo BRICS porque las capacidades y los objetivos políticos, económicos y militares de China son diferentes de los de los demás Estados. En África por ejemplo, así como en América Latina, se está intensificando la rivalidad entre los monopolios chinos y brasileños para el control de los recursos energéticos y los mercados. Lo mismo ocurre también en el Oriente Medio, en África del Norte, entre China y Rusia.
Las fuerzas que alaban los BRICS y la alta tasa de crecimiento capitalista se preocupan por la desaceleración en las economías de estos Estados y esto es sólo un aspecto de los desarrollos. Porque luego existe el peligro del estallido de la crisis que está en el DNA del capitalismo.
Por lo tanto, hay que intensificar el criterio de clase porque existe un alto riesgo de un mayor atrapamiento de la clase obrera a las falsas expectativas y a una espera de soluciones favorables a la clase obrera por parte de la burguesía, a nivel internacional o a través de uniones imperialistas interestatales.
El concepto del “progresismo” así como el análisis que embellece el carácter imperialista de las uniones interestatales se encajan en la lógica del llamado “Socialismo del siglo 21” a través del cual se intentó manipular de modo masivo a los pueblos (sobre todo) de América Latina después del derrocamiento contrarrevolucionario del socialismo en la Unión Soviética y en los demás países socialistas.
Este sustituto del socialismo, desde el primer momento de su aparición, trató de calumniar el socialismo científico, la construcción socialista en la Unión Soviética y en los demás países socialistas.
En realidad se trata de una intervención diseñada de promoción de la posición oportunista peligrosa de la “humanización” del capitalismo, del atrapamiento de la lucha de clases en el marco del parlamentarismo burgués, de la negación de la lucha revolucionaria.
La lógica utópica de la democratización del Estado burgués, del poder de los monopolios y la promoción de la economía capitalista “mixta” se promueven como el nuevo “modelo” del socialismo.
En la posición de la clase obrera, de la clase dirigente que tiene como misión histórica de derrocar la explotación capitalista, surgen como “objetivos revolucionarios” un número de movimientos con posiciones de gestión socialdemócrata, keynesiana del sistema. En vez de la necesaria política de alianza de los partidos comunistas que contribuirá en la concentración y la preparación de las fuerzas obreras y populares en dirección anticapitalista-antimonopolistas, aparece como solución la cooperación de los partidos comunistas con la socialdemocracia.
El conjunto de las posiciones del llamado socialismo del siglo 21 se utiliza para la erosión ideológica de los partidos comunistas y esto requiere una confrontación decisiva en base a las leyes científicas de la lucha de clases, de la revolución y de la construcción socialista.
La desviación oportunista que condujo a la violación de las leyes científicas del socialismo, a su distorsión y sustitución por leyes económicas y políticas que corresponden al sistema capitalista, durante la construcción socialista, tuvo un alto precio y condujo al derrocamiento del poder obrero y a la restauración del sistema de explotación.
El nacimiento y el desarrollo de los monopolios en China y el dominio de las relaciones de producción capitalistas, así como la percepción y la práctica del llamado “socialismo de mercado” advierten que la contrarrevolución sigue y este es un asunto de grave preocupación para los partidos comunistas que se basan en el terreno del Marxismo-Leninismo.
LEYES CIENTÍFICAS BÁSICAS DE LA CONSTRUCCIÓN SOCIALISTA
El KKE a través de un largo estudio ha analizado las causas del derrocamiento contrarrevolucionario, ha confirmado los principios que caracterizan la construcción socialista.
El socialismo es la primera fase de la formación socioeconómica comunista; no es una formación socioeconómica independiente. Es un comunismo inmaduro. Funciona la ley básica del modo de producción comunista: producción planificada para la amplia satisfacción de las necesidades sociales.
La construcción socialista es un proceso ininterrumpido, que comienza con la toma del poder por la clase obrera. Inicialmente, se crea un nuevo modo de producción que tiende a abolir completamente las relaciones capitalistas, la relación entre capital y trabajo asalariado.
- Se socializan los medios de producción en la industria, la energía y el abastecimiento de agua, las telecomunicaciones, las construcciones, las reparaciones, los medios de transporte público, el comercio al por mayor y al por menor y el comercio de importación y exportación, la infraestructura concentrada turística y de restauración.
- Se socializa la tierra, los cultivos agrícolas capitalistas.
- Se elimina la propiedad privada y la actividad económica en la Educación, la Salud y el Bienestar, la Cultura y los Deportes, los Medios de Comunicación. Se organizan completa y exclusivamente como servicios sociales.
- · La producción industrial y la mayor parte de la producción agrícola se llevan a cavo con relaciones de propiedad social, Planificación Central, control obrero.
- La fuerza de trabajo deja de ser una mercancía. Se prohíbe la utilización de trabajo ajeno.
- · La fuerza de trabajo, los medios de producción, las materias primas e industriales y los recursos, se utilizan en la producción y la organización de los servicios sociales y administrativos a través de la Planificación Central.
Se crearán unidades estatales de producción para la producción y procesamiento de productos agrícolas como materias primas o productos de consume. Los agricultores sin tierra trabajarán en las unidades agropecuarias socialistas. La medida de la socialización de la tierra excluye la posibilidad de concentración de la tierra, el cambio de su uso y su mercantilización.
Será promovida la cooperativa de producción agrícola que tiene derecho de uso de la tierra socializada como medio de producción. La concentración, el almacenamiento, la conservación y el transporte de la producción agrícola a través del mecanismo del mecanismo estatal central.
La Planificación Central expresa la configuración consciente de las proporciones objetivas de la producción y la distribución, así como el esfuerzo para el desarrollo global de las fuerzas productivas. Es una relación de producción y distribución comunista.
La crisis capitalista sincronizada y la posibilidad de la manifestación de la crisis en países que hoy están en el ciclo de crecimiento de la economía, la agudización de los antagonismos interimperialistas y el peligro de una nueva o de nuevas guerras imperialistas, la situación que está experimentando la clase obrera y los sectores populares, plantean de modo imperativo la cuestión de la mayor preparación posible de los partidos comunistas para responder a las tareas complejas de la lucha de clases. Esto se puede hacer solamente con una estrategia y tácticas revolucionarias y en esta dirección el KKE contribuirá con todas sus fuerzas.