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Sobre la agudización entre las potencias euroatlánticas y Rusia
publicado en el diario “Rizospastis” el 12/02/21
Durante las últimas semanas se ha ido fortaleciendo la disputa entre EE.UU, la OTAN, la UE y Rusia que se centra en los acontecimientos en Ucrania. El enfrentamiento verbal y diplomático va acompañado tanto de movimientos de tropas militares y extensos ejercicios militares de ambos lados, como de la diplomacia secreta.
Esta vez no es para el “vellocino de oro”
Hoy sería difícil que los pueblos entraran en una guerra y sacrificaran su vida por el “vellocino de oro” o la “Bella Helena”, sin embargo todavía se utilizan muchos pretextos para alimentar el monstruo de la guerra imperialista.
Así que cada parte busca presentar y emplear sus argumentos en la disputa, y arremeter contra la otra parte. EE.UU y las demás potencias euroatlánticas sostienen que se trata del derecho de un “país soberano” (Ucrania) a elegir sus alianzas y proteger su integridad territorial, que está cuestionado por la agresión rusa. Como tal se presenta la incorporación de Crimea a Rusia y el apoyo de parte del estado ruso a las regiones separatistas de Ucrania (la región de Donbass) y de Georgía (Abjasia y Osetia del Sur), así como la existencia de fuerzas militares rusas en los territorios de Moldavia (Transnistria). La parte euroatlántica, entre otras cosas, utiliza en su propaganda antirrusa el pretexto de la “democracia” contra un “líder autoritario”, el Presidente de Rusia, V.Putin. De hecho, J.Borell, el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, calificó el enfoque común de Rusia y China como “alianza de regímenes autoritarios”. En nuestro país algunos defensores de estas opiniones fomentan más confusión al calificar China falsamente de “comunista” y Rusia de “semicomunista”, mientras que otros enfocan en la cooperación de Rusia con Turquía buscando vincular la propaganda antirrusa con la propaganda turca que es más fuerte.
Por otro lado, Rusia sostiene que no se trata solo de Ucrania, sino de sus garantías de seguridad. Considera que la incorporación de Ucrania en la OTAN, la transferencia de sistemas de misiles anti-balísticos a Rumanía y Bulgaria rompe el “equilibrio del terror”, es decir la capacidad de responder a un posible primer golpe nuclear, que podría lanzar la OTAN contra ella. Destaca que la adhesión de Ucrania a la OTAN, mientras Ucrania no ha aceptado la incorporación de Crimea a Rusia y considera que es territorio ucraniano que debe ser liberado, podría conducir a una confrontación militar entre las fuerzas de la OTAN y Rusia, con consecuencias imprevistas. La parte rusa parece dispuesta a emprender “acciones”, incluso militares, que no se especifican, para impedir los planes de guerra en su contra. Además, utiliza en sus argumentos contra el Occidente el pretexto de paz, la protección de los ciudadanos rusos y ruso-hablantes frente a la agresión de la OTAN. En nuestro país, algunos partidarios de la narrativa prorrusa nos llaman a una lucha antifascista contra el “Kiev fascista”, pasando por alto de que hace poco tiempo el Presidente de Rusia estaba elogiando al ideólogo ruso del fascismo, el filósofo Ivan Ilyin, entre cuyas obras son: “Nacionalsocialismo. El nuevo espíritu”, “Sobre el fascismo ruso”, “Acerca del fascismo”, etc.
Muchos trabajadores en nuestro país y en otros países se preguntan ¿quién tiene razón y quién está equivocado? ?Cuál parte se basa en el derecho internacional y cuál parte lo viola? En última instancia, ¿qué deben hacer los trabajadores en estas condiciones?
El derecho internacional: los oráculos modernos
Quienes esperan encontrar la verdad en el marco actual del derecho internacional serán decepcionados, pues cada vez se parece más a los antiguos oráculos, que cada vidente podría interpretarlos de manera diferente. Hoy, el derecho internacional es invocado por todas las partes, ya que cada parte lo interpreta según le conviene.
El artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, que se refiere al derecho de cada país a la defensa individual y colectiva, es lo que invocan las potencias euroatlánticas para intervenir en la región, supuestamente para “defender” Ucrania. Esto es lo que invocó EE.UU para su intervención en Afganistán o para sus ataques aéreos en Siria. En base a este artículo, Turquía ha invadido y ha ocupado territorios sirios, y Rusia ha precedido a su intervención militar en Siria.
Por otro lado, Rusia invoca la llamada “Carta de París para una Nueva Europa” firmada en el seno de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en 1990, que establece que “la seguridad es indivisible y la seguridad de cada Estado participante está inseparablemente vinculada a la de todos los demás”. Además, la Carta de la OSCE sobre la Seguridad Europea, aprobada en Estambul (1999) establece que los Estados “no fortalecerán su propia seguridad a expensas de la de otros Estados”. En base a lo anterior, Rusia pide tener voz sobre temas de expansión de la OTAN hacia sus fronteras y sobre qué armas y fuerzas desplegará la OTAN en sus países miembros, p.ej Rumanía, Polonia, Bulgaria, etc.
En este punto cabe destacar que el Derecho Internacional es parte del derecho burgués. Mientras existía la URSS y los demás países socialistas esto se formaba como resultado de la correlación de fuerzas entre las potencias del capitalismo y del socialismo, que, no obstante, seguía siendo negativo, mientras que entonces también se cometían crímenes imperialistas. Después del derrocamiento del socialismo, el Derecho Internacional se ha determinado exclusivamente como el resultado de la correlación de fuerzas entre los estados capitalistas, se ha hecho aún más reaccionario y se utiliza por las potencias imperialistas a voluntad, en el marco de los antagonismos entre ellas y a expensas de los pueblos.
En nuestra época, la del capitalismo monopolista o, en otras palabras, del imperialismo, cuando estalla un conflicto es totalmente engañoso discutir quién empezó primero o quién obedece al “Derecho Internacional”, que se ha vuelto más reaccionario, así como más flexible para que sea invocado por todas las potencias imperialistas. La esencia que nosotros, los comunistas, debemos aclarar es el “terreno” en el que se lleva a cabo esta guerra, que es determinado por los intereses de los monopolios. Lo esencial es qué fuerzas están enfrentándose y que estas fuerzas y sus intereses tienen un contenido clasista específico. Sus intereses son ajenos a los intereses de los pueblos.
¿Qué pretende cada parte?
Muchos sostienen que el liderazgo ruso busca volver al 1990, cuando EE.UU prometió a Gorbachov que la OTAN no se expandiría, aunque no ha cumplido esa promesa. Hoy, hay quienes dicen que Rusia pide volver a 1990 y garantías legales para su seguridad. En realidad, esta discusión no tiene sentido pues históricamente se han firmado varios acuerdos internacionales, reflejando la correlación de fuerzas del momento, y unos años después, o incluso meses, cambiaron.
La esencia, entonces, está en otra cosa. Después de que se completó el derrocamiento del socialismo y la disolución de la Unión Soviética la burguesía rusa recién formada buscaba estabilizar su poder a nivel socio-político. En aquel período, dirigida por B.Yeltsin, buscaba no tener “frentes abiertos” con el Occidente. Por lo tanto, hizo la vista gorda a muchos movimientos del euroatlanticismo, que promovían los intereses de sus monopolios en la región de Europa y Eurasia. Esta fase en el desarrollo del capitalismo ruso se completó desde hace tiempo. Desde hace años, la burguesía rusa busca recuperar “el terreno perdido” en los antagonismos contra los monopolios del occidente y sus alianzas imperialistas, la OTAN y la UE. Las circunstancias internacionales son favorables ya que se está preparando la siguiente batalla por la supremacía en el sistema imperialista mundial entre EE.UU, que sigue siendo la potencia imperialista más fuerte, y China, que es la segunda potencias más fuerte en el mundo capitalismo contemporáneo.
La burguesía rusa en los últimos años había elaborado una serie de planes para la unificación capitalista en los territorios de la antigua URSS, donde se mantienen fuertes muchas características culturales comunes, y hay un número significativo de población rusa y rusohablante. Muchas veces, rusos oficiales han enfatizado que actualmente la nación rusa es la mayor nación, que se ha “dividido” por fronteras nacionales. Por supuesto, a la burguesía rusa le interesa consolidar la posición de sus monopolios en el territorio de la antigua URSS, en la lucha por los recursos energéticos, las rutas de transporte de mercancías, las cuotas de mercado. La expansión de sus cuotas en el mercado tiene que ver con la unificación capitalista que promueve, como la Unión Económica Euroasiática, etc. Un papel clave en estos planes desempeñan no solo Bielorrusia y Kazajistán, sino además Ucrania, donde la mitad de su población es rusohablante.
No obstante, estos planes estaban en contradicción con los planes de los monopolios occidentales y las uniones imperialistas, que buscan limitar Rusia, que la consideran una potencia rival en el mercado capitalista mundial. Un episodio especial de este enfrentamiento fue Ucrania, que tiene capacidades de producción industrial relativamente desarrolladas, materias primas, tierra agrícola significativa, una gran red de tubos de transporte de gas natural.
Allí, en Ucrania en 2014-2015 la burguesía del país fue dividida. Una parte de esta, con la intervención activa de EE.UU, la OTAN y la UE, utilizando incluso a formaciones fascistas, procedió a un golpe de estado anticonstitucional, anulando la incorporación de Ucrania en los planes de la unificación capitalista con Rusia. A continuación, la reacción llevó a la separación de algunas regiones del este de Ucrania que declararon su “independencia” y tienen el apoyo de Rusia.
El sector de la burguesía que está gobernando Ucrania, está imponiendo su poder fortaleciendo del nacionalismo, el anticomunismo y el antirrusismo. En este sentido, no solo niega a impulsar los “Tratados de Minsk”, que de todos modos son ambiguos, sino además ha avanzado a persecuciones no solo contra los comunistas, algo que el KKE ha denunciado de varias formas, incluso en el Parlamento Europeo, así como contra las fuerzas políticas burguesas que cuestionan la orientación político-militar hacia EE.UU, la OTAN y la UE.
Sería pues más lógico decir que lo que pretende la burguesía rusa en este momento no es regresar a 1990, sino a 2014-2015, es decir antes del golpe de estado anticonstitucional en Ucrania, sin embargo, asegurando la adhesión de Crimea a la Federación Rusa. Pide a EE.UU, la UE y la OTAN a jugar en Ucrania sin “cartas marcadas”, y amenaza que en caso distinto habrá contra-medidas. ¿Cuáles son éstas? Recientemente en una entrevista con un diario griego, el representante de EE.UU en las negociaciones sobre Ucrania (2017-19), Kurt Volker dijo que “es posible que Rusia anexe un tercio de Ucrania” estimando que Ucrania podría perder todo acceso al mar de Azov y crear una ruta terrestre que conecte la Federación Rusa con Crimea, más allá del puente recién construido de unos 20 km en Kerch.
Cabe destacar que con la incorporación de Crimea, no solo se aumentó el territorio ruso y su población (es decir, al mercado interno ruso se han sumado dos millones de habitantes), y además se ganaron importantes posiciones para el capital ruso en la región del Mar Negro. La ZEE ucraniana en el Mar Negro y en el Mar Azov descendió unos 3/4 brindando una ventaja a los monopolios rusos en la explotación de los recursos naturales y energéticos de la región.
No sabemos si con las declaraciones anteriores el oficial estadounidense señaló cuáles serán las nuevas fronteras de Ucrania, o si se trata de una propuesta de compromiso de EE.UU a Rusia con respecto a la desintegración de Ucrania y se desconoce el cambio, o si fue simplemente un ejercicio de presión sobre el liderazgo actual de Ucrania. Sin embargo, lo que sí sabemos es que en general las fronteras no cambian de manera incruenta y, principalmente, para nuestro pueblo lo que es primordial es el papel de nuestro país en estos desarrollos.
Grecia en el conflicto. Las propuestas sin salida sobre la nueva arquitectura y el papel del intermediario
El gobierno de la ND, con la contribución de SYRIZA y KINAL, ha convertido el país en un “centro” de transferencia de fuerzas armadas estadounidenses y al mismo tiempo en una gran base de la OTAN que sirve de “cabeza de puente” para nuevas guerras imperialistas, como la guerra que pueda estallar en Ucrania. Además, participa activamente en los planes de la OTAN de cercar Rusia en los Balcanes y el Mar Negro. De esta manera, Grecia por un lado se convierte en “agresor” de otros pueblos, y por otro lado se puede convertir en “víctima” de estas guerras imperialistas, ya que está en el punto de mira de posibles medidas de represalia.
La ND y SYRIZA, con sus “anteojeras” de la OTAN, están promoviendo de nuevo iniciativas ineficaces supuestamente “amantes de la paz”. El Ministro de Asuntos Exteriores de la ND, N.Dendias, aparece como “intermediario” y “portador” de un mensaje de desescalada. Algunas figuras políticas piden al gobierno a desempeñar un papel de liderazgo e intermediar con ”propuestas de desescalada” o con “medidas de fomento de la confianza”, mientras que el ex Ministro de Asuntos Exteriores, de SYRIZA, G.Katrougalos reabre el debate sobre una “nueva arquitectura de seguridad” en la que Rusia ocupará un lugar. Todo esto funciona como hoja de higuera que busca en vano esconder la estrategia única de los dos partidos (de la ND y SYRIZA) en los planes peligrosos de la burguesía griega y sus aliados extranjeros.
Estos enfoques buscan esconder lo principal, es decir que la guerra es elemento inherente del capitalismo, que es “la continuación de la política con otros medios, violentos” y que no puede existir un imperialismo pacifista.
¿Qué hacer?
En estas condiciones en las que existe el riesgo de una guerra imperialista generalizada, es de suma importancia la orientación de la lucha obrera y popular en nuestro país. No se puede confiar en el gobierno y los demás partidos burgueses. Hay que fortalecer la fe en la fuerza de la lucha de clases, de la confrontación con la política de implicación en acciones bélicas y en los planes de la burguesía a empujar a los trabajadores a la trampa de apoyar la participación de Grecia en la guerra imperialista, en el nombre de las “obligaciones a nuestros aliados” en el marco de la UE y de la OTAN o supuestamente la necesidad de defensa de la “soberanía” de Ucrania o de la Carta de las Naciones Unidas o de la “democracia” por el “autoritario Putin”.
Además, el movimiento obrero-popular debe rechazar el dilema de elegir entre las dos partes del conflicto imperialista. Incluso si ésta es camuflada con la doctrina religiosa de la ortodoxia o con el “antifascismo”, que en dicho caso es simplemente una cortina de humo.
Ni tampoco se puede apoyar al más “débil” contra el “más fuerte”. Lenin dijo sobre esto: “Un país digamos que posee tres cuartas partes de África mientras que otro una cuarta. El contenido objetivo de su guerra es el nuevo reparto de África. ¿De qué país debemos desear el éxito? El problema, tal como lo afirmó anteriormente, es absurdo, porque hoy día no valen los antiguos criterios de evaluación: No hay un largo proceso de un movimiento burgués por la liberación, ni el largo proceso de la decadencia del feudalismo. La democracia contemporánea no tiene por qué ayudar el primer país de consolidar su “derecho” sobre las tres cuartes de África, ni tampoco ayudar al segundo país (incluso si este se ha desarrollado a nivel económico más rápidamente que el primer país) para controlar las tres cuartas. La democracia contemporánea se mantendrá fiel a sí misma sólo si no se une con ninguna clase burguesa imperialista, sólo si dice que ambos son igualmente malos, sólo si desea a cada país la derrota de la burguesía imperialista. Cualquier otra solución será prácticamente nacional-liberal y no tendrá que ver nada con el internacionalismo genuino […] Sin embargo, en realidad, hoy es indiscutible que la democracia actual no puede ir a remolque de la burguesía imperialista reaccionaria, independientemente de qué “color” será esta burguesía…”*.
El movimiento comunista y obrero en las condiciones de imperialismo que es la fase superior del capitalismo, debe trazar en todas partes una línea independiente, más allá de los planes burgueses-imperialistas, en base a los intereses de la clase obrera y de las demás capas populares, que no tienen absolutamente nada que ver con los intereses de las clases burguesas.
Esto es lo que hace el KKE; está defendiendo los intereses de la clase obrera y de las capas populares y está fortaleciendo la lucha por la desvinculación de Grecia de los planes y las guerras imperialistas de la OTAN y de la UE, de la estrategia de alianza con EE.UU y Francia.
Es la linea de conflicto con todos los que llevan al pueblo al matadero de guerra en el nombre de fortalecer los intereses de la burguesía griega.
Es el camino de ruptura con el capitalismo, por el poder obrero que construirá la nueva sociedad socialista-comunista.
Elisseos Vagenas
Miembro del CC y Jefe de la Sección de RR.II del CC del KKE
Referencia:
* V.I.Lenin: “Bajo una bandera ajena”, “Obras Completas”, v. 26, ed. “Sinchroni Epochi”, pp. 140, 141, 146